viernes, 4 de abril de 2014

Un Noé más fuerte y contundente que nunca

Si en el Génesis, la narración de las proezas de Noé apenas ocupa unos párrafos, en las pantallas de cine dura unas cuantas horas... La leyenda forma parte de la mitología, no sólo de la Biblia, sino también del Corán, las enseñanzas hindús, y hasta aparece en los textos de Platón. En la mayoría de las culturas, existe el mito de un diluvio que arrasa todo lo conocido para traer un nuevo orden.

La épica aventura cinematográfica del diluvio universal, dirigida por Darren Aranofsky, es el proyecto más caro y arriesgado, llevado a cabo por una de las mayores promesas del Hollywood actual. Aronofsky ha empleado más de seis años de trabajo para culminar esta producción. Entre las proezas que han sido necesarias para hacer creíble el épico desastre natural, figuran la construcción de un barco de 130 metros, o la eclosión de todo tipo de efectos visuales, para recrear durante más de una hora el espectacular diluvio. Hasta el punto que, por momentos asistimos, más bien a una superproducción de acción, que a un capítulo germinal de la mística religiosa. Las impresionantes secuencias de un mar embravecido, nos muestran a un Noé, como el elegido, a veces intransigente y otras, visionario. El papel parece hecho a la medida de un Russell Crowe eficaz, excelentemente secundado por los actores que dan vida a su familia, como la esposa Jennifer Connelly, y los hijos, Logan Lerman, Douglas Booth y Leo McHugh Carroll, además de una adoptiva Emma Watson. El elenco principal se completa con Anthony Hopkins, que da vida al mágico Matusalem, y el malvado Tubal Cain, interpretado por Ray Winstone.

Tras el diluvio, el film se fragmenta, y el hilo argumental da un giro hacia la introspectiva de los personajes y su asimilación de lo sucedido, en la penumbra e intimidad del arca. Ante ellos, se abre la expectativa de un nuevo comienzo. Noé pasa por periodos de culpa y desesperación, al sentirse responsable de la muerte de toda una civilización. No obstante, la decisiva misión encomendada, le obliga a evolucionar y asumir los nuevos retos que se le plantean.

El director Darren Aronofsky no está a la altura del genial Cecil B. DeMille, pero da pie a una producción grandilocuente y muy entretenida. Recrea un mundo más fantástico que religioso, plagado de monstruos, batallas, traiciones, amores y altas dosis de épica.

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