jueves, 27 de junio de 2013

Bruce Springsteen: tres horas y media de puro rock

Bruce Springsteen ha premiado la fidelidad de un público entregado, a pesar del precio de las entradas, con una andanada de puro rock. Los más de 30.000 seguidores, que llenaron el estadio de El Molinón de Gijón, en su único concierto en España en 2013, quedaron encantados de la entrega del Boss. Como es habitual en él, Springsteen no dejó de tocar hasta que las fuerzas mermaron su eterna vitalidad, y el público se dió por satisfecho ante la avalancha de temas clásicos interpretados por la E Street Band.

La actuación comenzó con un "¡buenas noches, Gijón!" y los primeros acordes de 'My love will not let you down', plagado de guiños cómplices al guitarrista Steve Van Zandt. El Boss quiere el contacto con la gente y no teme acercarse al público constantemente mientras su banda ataca el 'Out of the street', el mítico tema de 'The river', disco con el que Springsteen conquistó musicalmente la década de los años ochenta.

Alguien de las primeras filas le entregó un cartel con una petición a la carta. En el cartón se podía leer 'Better days', y Springsteen lo recogió e inició su primeras notas al amparo de la E Street Band. Pero no todos los temas fueron grandes éxitos del cantante, también se atrevió con piezas menos conocidas y difíciles como 'Ant good enough for you'. Acto seguido, llegó el momento de adentrarse en el espacio que siempre dedica a las versiones de otros artistas, que en este caso le llevó a invocar el espíritu de la Credence y su Travellin band.

Acto seguido, empezaron a caer las canciones de su último trabajo en el que las letras desbrozan la maraña de la crisis económica actual, y sus consecuencias en la sociedad. Unos temas con tintes 'folk' y en algunos casos de 'soul' como es el caso de 'Death to my hometown' o 'Shackle and down'. Tras una larga introducción sobre la inspiración que dió lugar a 'Spirit of the night', la banda atacó el tema con intensidad. Tuvo palabras para una audiencia que escuchaba con atención: "Corren malos tiempos en América, en España y en Gijón. ¡Ojalá vengan tiempos mejores!", mientras se afanaba en interpretar otro de sus últimos temas, 'Jack of all trades'.

Llegó el momento de la armónica de 'The river', que tras más de treinta años sigue sonando emocionante y viva, como demostraba el público, que la corea e impulsaba en la noche estrellada hacia el cielo. Luego, 'Atlantic city', 'You can look (but you better not touch)', 'Darlington county', y 'Because the night' para que Nils Lofgren siga demostrando la energía de su solo de guitarra.

A continuación, sonaron pequeñas joyas como 'She's the one' o 'Rosalita', que además aparecía en escena como un muñeco de ventrílocuo, y también el momento guiño a las nuevas generaciones cuando el boss se hizo acompañar en el estribillo de 'Waitin' on a sunny day' de uno de los pequeños que se encontraban entre el público. Una demostración palpable que el roquero ha superado barreras generacionales abismales.

'Drive all night' y 'Badlands' templaron los ánimos durante unos minutos para luego atacar 'Light of the day' con el espíritu de Ted Nuggent presente en buena parte del tema.

Tras un breve descanso, comenzaron los bises con 'Radio nowhere' y las siempre imprescindibles, 'Born in the USA' y 'Born to run'. Pero eso no fue todo, al maestro aún le quedaba energía para atreverse con 'Seven nights to rock' y 'Dancing in the dark', que incluyó una pequeña cesión de baile con fans. Para terminar, interpretaron el homenaje al desaparecido Clarence Clemons en las notas de 'Tenth Avenue Freeze-Out', que culminó, invitando al escenario a otro infante para que disfrutara del espectáculo en primerísima fila.

La guinda, la pusieron el 'Twist and shout', 'La Bamba' y 'Shout', que el público admitió encantado pese a que ya superaban las tres horas y cuarto de concierto.

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